Un grupo de investigadores de la Universidad de Glasgow, Escocia, ha desarrollado un nuevo sistema, compuesto por un robot y una plataforma de software, a la que han definido como un “motor de búsqueda químico”, bajo la meta de emular los fenómenos que dieron origen a la vida en la Tierra.
Basados en el aprovechamiento y diversificación de la tecnología incorporada a las impresoras 3D, este nuevo robot podría aclarar algunos misterios sin resolver por la ciencia desde hace miles de años.
La evolución “Chemputer”
Liderados por el reconocido profesor e investigador Lee Cronin (a quien vemos en la imagen que da inicio a la nota), este tipo de estudio no resulta territorio inhóspito para su equipo. Hace un par de años el científico presentó lo que sería la antesala para su proyecto actual, al desarrollar el prototipo de un sistema basado en impresoras 3D, capaz de generar medicamentos a la medida de sus pacientes.
Este dispositivo, denominado en su momento como “Chemputer” (juego de palabras en inglés entre los términos química, computadora e impresora), ha encontrado una nueva encarnación, que ahora es capaz de producir químicos complejos, similares a los que existían justo en el momento previo a la aparición de la vida orgánica en el planeta.
Su funcionamiento es relativamente simple: el robot sintetiza químicos complejos similares a los existentes actualmente y luego utiliza su motor de búsqueda, que deconstruye todas las combinaciones químicas posibles, a través de bloques de muestras, que luego se mezclan entre sí para analizar sus variaciones. Lo que ha llevado a algunos avances importantes, según relata Cronin para The Irish Times:
Nos percatamos que era posible ensamblar los bloques de muestras tal como se hace con las proteínas modernas. Nuestro motor de búsqueda químico funciona similar a Google, sólo que en lugar de leer códigos HTML nuestro sistema ejecuta reacciones químicas.
El problema era que el origen de la vida se pensaba que era tan complicado que no estábamos seguros de si había tiempo suficiente para desarrollar este tipo de moléculas complejas y entender los mecanismos por los cuales fueron producidas.
Por fortuna esta barrera luce ahora mucho menos complicada. Con las primeras pruebas realizadas por su prototipo se descubrió que en realidad los fragmentos pequeños de proteínas fueron más fáciles de construir de lo que se pensaba, además de que pueden alargarse, modificando su longitud y complejidad mediante el calentamiento y enfriamiento de los productos químicos formados por el robot, a medida que pasan por condiciones húmedas y secas para lograr su formación.
Esto para Cronin representa un importante avance, ya que las reacciones ante las modificaciones en las condiciones de humedad sugieren que en realidad el proceso del origen de la vida no es tan complejo como se creía. Los resultados completos de esta investigación han sido publicados en la más reciente edición de Nature Communications, y podrían sentar el precedente de algo más grande.
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